¿Emprendimiento digital? Claves para desarrollar un proyecto

El ámbito digital ofrece un escenario repleto de oportunidades en las que ejercer una actividad profesional. Este concepto está basado en las estrategias que se desarrollan en las plataformas 2.0 y permiten que una pequeña idea pueda convertirse en un proyecto escalable.

Existen muchas fórmulas para comenzar esta actividad como es el lanzamiento de una tienda online donde vender productos propios o de terceros, un espacio de asesoramiento profesional (por ejemplo una sesión de un psicólogo), otro de aprendizaje para exponer cursos, o incluso másteres, o bien, la venta de determinados servicios relacionados con el ocio. Sea cual sea, para “comenzar con buen pie”, es necesario desarrollar una base previa sólida centrada en los siguientes parámetros:

  • Concretar y plasmar una idea: establecer el concepto con todos los detalles posibles para saber muy bien en qué va a consistir. Aunque posteriormente podrá evolucionar de una forma u otra, es fundamental establecer estas líneas para saber cuál es la ventaja competitiva de aquello que ofrecemos frente a los demás.
  • Estudiar a la competencia: siguiendo con la línea anterior, una vez tengamos claro el proyecto que deseamos impulsar, es fundamental corroborar que existe un nicho específico para esa idea teniendo en cuenta dos aspectos fundamentales:
  1. Si se trata de un servicio ya establecido, por ejemplo un curso especializado, tenemos que saber cómo se está desarrollando por otras marcas para encontrar un valor añadido que nos permita diferenciarlo y potenciar esa ventaja. Este análisis también nos ayudará a desarrollar la estrategia y plasmar los argumentos de ventas de forma sólida.
  2.  En caso de ser algo muy novedoso, hay que corroborar también este punto y tener en cuenta que, en un periodo de seis meses, es el tiempo aproximado que suele establecerse para que aparezcan otros competidores.
  • Establecer los objetivos: lo más efectivo es seguir  la regla SMART, es decir, que sean específicos, alcanzables, relevantes y medibles en el tiempo. También es importante que éstos se establezcan a corto y largo plazo.
  • Desarrollo de metas: consiste en trazar las líneas a seguir para conseguir los objetivos propuestos. Aquí definiremos los KPIs específicos como, por ejemplo, el número de conversiones, visitas webs, porcentaje de abandonos en el carrito, etc.
  • Estrategia: una vez realizados los puntos anteriores de forma detallada, este punto es más sencillo. Es la planificación de acciones concretas para poder llegar a los objetivos. Por ejemplo, si se trata de una nueva marca, una primera opción podría ser invertir en publicidad para darla a conocer, desarrollar canales sociales, implementar aplicaciones tecnológicas en la web para ofrecer una experiencia única, etc.
  • Seguimiento y control: es necesario revisar de forma constante si se están cumpliendo los objetivos previamente establecidos. Esta oportunidad ofrece la opción de realizar los cambios oportunos para incorporar nuevas mejoras.